miércoles, agosto 16

::: La ciudad de la furia

El metro se pintó de amarillo, minutos más, minutos menos. A las 11 de la mañana del 16 de julio histórico, un solo sentir, un solo objetivo, un solo clamor: voto por voto, casilla por casilla. Los pequeños de la mano de sus padres, los adolescentes y jóvenes más despiertos de su inmediata realidad, todos con la caricatura de AMLO (Amlito, Amloito), ese personaje que ya ha hecho historia. Los adultos y los viejitos convencidos de la defensa de su voto... un sueño que parecía ser realidad, un pisoteo y burla de los “de arriba”, han motivado al pueblo en su mayoría a tomar el zócalo cada semana para alimentar la esperanza.

Cartulinas, dibujos, mantas, carteles, periódicos, papeles, banderas, tambores, cornetas, cohetes... alegría, fe y seguridad, todo esto daba color a la fiesta de los mexicanos, en medio de uno de los momentos más difíciles de la historia del país. Es el México del desafuero, de Foxilandia, de los neoliberales, del FELIFE, del CCE metiche y de una generación distinta a la del 88. Sí, ese camino que ya ha sido transitado, ahora quiere ser olvidado y si es necesario para que sea borrado de las páginas de nuestros libros de texto: ¡Si no hay solución habrá revolución!

Nunca antes en el corazón de México se había entonado con tanto fervor el himno nacional, nunca antes se había escuchado a Eugenia León y la “Paloma” ante tantos, nunca antes había llorado de emoción y del orgullo que siento por ser un mexicano conciente. Los empujones ni existieron, habían abrazos, palmadas de ánimo en la espalda, manos fuertemente estrechadas y un visionario que contagiaba a los presentes con la exigencia del ¡Voto por voto, casilla por casilla!

Andrés Manuel López Obrador el luchador social que ha convocado a la resistencia civil, el político honesto que se ha ganado con buen gobierno y carisma al pueblo mexicano, el compatriota que le dice no al fraude electoral... este mismo hombre que se unió a la marcha del domingo 16 y llegó con la multitud al zócalo capitalino, llegó con el espíritu y corazón de México en las manos.

Los gritos de ¡Fuera Fox!, ¡Si no hay solución habrá revolución!, ¡Presidente, presidente!, ¡El pueblo se cansa de tanta pinche tranza!, ¡Obrador, Obrador!, ¡No estas solo, no estas solo!, ¡Si se puede, si se puede!, ¡Viva México, Viva el Peje!, eran parte del escenario montado por la sinceridad de la gente humilde, de media y alta clase... sí, allí se congregaron de todas las clases, de todas las ideas y de todos los sectores pero con un fin: reconocer a AMLO como Presidente legitimo y defender ese triunfo del pasado 2 de julio.

A pesar de la diversidad nunca hubo conflicto, no se cayó en provocaciones, no se abuso de la gran movilización que hubo desde Antropología hasta el Zócalo. El amarrillo, rojo y anaranjado fueron los tonos de la furia de los mexicanos que estaban decididos a defender el voto y lo siguen estando. La ciudad se convirtió en el alta voz al resto del país y al mundo, se volvió en la ciudad de la furia, bien canalizada y bien administrada. Escritores, artistas, científicos, políticos, maestros, estudiantes, campesinos, obreros, amas de casa, empresarios, todos coincidimos en la defensa de la democracia.

Un discurso más atinado que nada, un llamado a la ultraderecha, una invitación a ver por la estabilidad de la nación, un mensaje de firmeza y con “huevos”, una advertencia para el chaparrito pelón de lentes, una denuncia por las porquerías que a mayor parte de la clase política del país están cometiendo, un sol que hacia todavía más amarillo el centro de la ciudad. ¿Cuándo se había visto o soñado ver algo así?

Ahora tengo grandes cosas que contarles a mis hijos, ajeno a mis derrotas o triunfos personales, he conseguido una cosa de suma importancia: revalorar el significado y sentido de mi país, un México que es lindo y querido, que me necesita y que debo actuar POR EL BIEN DE TODOS. La vida cambia cada vez que piso el centro de la ciudad, mi corazón acelera sus latidos, mi piel se eriza y aprieto los ojos para detener el recorrido de las lagrimas del alma... hoy México me hace vibrar, cada día quedo más convencido que AMLO representa un movimiento que el pueblo necesitaba. México jamás volverá a ser el mismo.

Andrés Manuel gracias de todo corazón, Dios no se equivoco al permitirte nacer en nuestra nación.

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JOVEN DF